lunes, 21 de noviembre de 2011

-Capítulo 1-

Amanece y mis pies despiertan congelados. El frío invierno ha invadido Bradford, una ciudad al oeste de Yorkshire, Inglaterra. Mi organismo no ha tardado en darse cuenta de que a fuera se han creado carámbanos en los tejados de las casas, y se han cerrado carreteras por la acumulación de nieve. Otro día más cerca de las vacaciones de navidad. Otro día más dando una madrugón para continuar con mi rutina semanal y seguir recibiéndo los exámenes suspensos de matemáticas y literatura.

- Diane, el desayuno está listo. -me dice Caroline, mi madre, que aunque tenga quince años se preocupa porque llegue pronto al instituto y por eso me prepara el desayuno todos los días. Estoy muy feliz de tenerla como madre, mucho.- ¿Te vistes y bajas? No tardes que se va a enfriar, y abrígate. Hoy hace un frío que pela.
- ¿Ya se ha marchado papá al trabajo? -pregunté.
- Ajá. Por eso sé que hoy hace frío, estamos a menos diez grados. -mamá salió de la habitación cerrando la puerta. Oí como bajaba las escaleras y como se iba desvaneciendo en silencio a medida que se acercaba a la planta baja.

Abrí mi armario y permanecí inmóvil tres minutos visualizando toda la ropa que tenía colgada de las perchas. Hasta hace unos días se estaba hablando en el instituto que llevar uniforme iba a ser obligatorio. Ahora estaba en duda, me lo pongo, no me lo pongo, me lo pongo, o... Definitivamente, me lo pongo por si las moscas y mañana ya se verá en que queda el director y la junta de alumnos. Planché la falda, la camiseta y busqué por los cajones las medias y los zapatos. Tras mirar el horario de hoy varias veces, preparé mi mochila, me vestí y bajé al salón a desayunar. Mamá se había quedado dormida viendo la televisión, con la manta eléctrica echada por encima y con la cabeza sobre uno de los cojines. Al terminar, llevé el plato y la tacita al fregadero y con cuidado lo dejé caer sin hacer ruido. Entré en el baño de mi habitación para cepillarme el cabello, los dientes y ponerme corrector en el rostro para que ese pequeñísimo grano pase totalmente desapercivido. Me eché una última ojeada antes de salir, me coloqué el abrigo, la bufanda, los guantes y ese gorrillo de lana que me hizo mi abuela hace unos meses, que tanto me gustaba.

-No olvides que a la una menos cuarto pasaré a recogerte. Hoy tienes que ir a hacerte los análisis de sangre para aquella prueba de la que siempre hemos estado hablando. -interviene mamá antes de que salga por la puerta trasera de casa, con una hoja de papel en la mano la cual tendría que entregársela a mi tutor horas antes de que venga a recogerme.
-No lo olvidaré. -le sonreí y me dio un beso en la mejilla mientras me cargaba bien la mochila en la espalda.

Hoy es el día de la semana en el que tengo que ir a pie hasta el instituto, como si no estuviera lejos de mi casa, porque el coche se lo lleva mi padre para ir al trabajo y no está Anastasia, nuestra ama de las llaves, para recogerme y llevarme. Hace un frío que pela, estaba intentando mantener mis manos en calor pero el vaho que salía continuamente de mi boca me afirmaba que iba a ser poco efectivo apretarlas contra mi pecho. Pasé por delante de la casa de Ariana, llamé varias veces pero recordaba que hoy entraba más tarde al instituto porque no había hecho los deberes de Humanidades y no le apetecía ganarse una buena bronca de Ronald, nuestro profesor. Rose siempre llega de las últimas, así que no me molesto en llamarla. Pues nada, un lunes solitario y aburrido me espera. Quince minutos más tarde, ya podía visualizar el edificio. Ese tran grande y moderno que tanto me gusta, que tan espacioso y colorido es por dentro, lleno de actividades extraescolares y proyectos educativos interesantes en los que intento participar siempre que puedo.
Sonó el timbre. Me encontraba en mi casillero sacando el material de Humanidades. Me distraje un segundo mirándome en el espejo que tengo colgado en la puertecilla y echando un vistazo a las fotos y pegatinas que acumulé con el paso de los años. El casillero se cerró de repente, Rose estaba tras él no muy feliz que digamos.

- ¿Te pasa algo? -pregunté.
- ¿Que si me pasa algo dices? ¿Qué crees tú? Robbie es i-d-i-o-t-a. -contestó abriendo su casillero, que estaba justo a la derecha del mío y refunfuñando.
- ¿Qué ha hecho esta vez?
- ¡Lo mismo! -gritó histérica.- Y luego vendrá a lamerme el culo pidiéndome perdón.
- Y tú eres la tonta que le perdona. Rose, tú puedes terminar con esto si quieres, pero eres muy vulnerable para Robbie. -contesté.
- Bueno, ¿vas a parar? ¡Deberías alegrarme, apoyarme y animarme! ¡Y haces lo contrario! No me lo eches en cara Diane.
- ¡Pero si eres tú la que...! Mira, no voy a perder más el tiempo discutiendo. Vamos a llegar tarde a clase. -la vi negando con la cabeza mientras me miraba.
- Sigues siendo la misma de siempre. Te encanta llegar puntual y hacerle la pelota a todos los profesores para que te suban nota. Las cosas se consiguen estudiando, no camelando.
- Bueno, y lo dice la que saca un suspenso en Educación Física.
- ¿Qué? Acumulación de tareas sin hacer, partes y faltas a clase. Suspendo por que quiero, no porque no pueda.
- Porque no quieres que se te rompan las uñas, tonta. -dije por lo bajo, pareció no enterarse porque cerró su casillero y se fue hacia la clase de Humanidades mientras yo terminaba de cerrar el mío.

Ella se sentaba siempre con Anie, alguien que encaja perfectamente con sus gustos y costumbres, y yo con Ariana pero ahora mismo me sentaría sola. El timbre sonó por segunda vez y todos se sentaron en sus respectivos pupitres. Esta semana a Ariana y a mi nos tocaba estar en primera fila, la odiamos, pero la considero importante porque así no tengo delante de mi al asqueroso mocoso de Joshua Brooks. El profesor, Ronald, entró cerrando la puerta y tras subir a la tarima escribió en la pizarra a trazo acelerado la fecha del examen de la unidad didáctica cinco.

- Bien, -miró el pupitre de mi lado y a mi, luego a alguien que estaba sentado cinco filas más detrás.- usted, siéntese hoy aquí.
- Porqué. -preguntó enfadado. Su voz me sonaba y no es que me produciera mucha felicidad oírla.
- Porque es un buen sitio para prestar atención en clase y -hizo incapié en lo siguiente.- donde no podrá copiar del cuaderno de otro compañero la tarea que a usted no le ha dado la gana hacer este fin de semana.

Todos los demás empezaron a silbar con lo que le había dicho al chico y a bromear. Cuando gritó y les mandó a callar a todos, supe exactamente quién era. Maldita sea, Zayn.

- Joder. -dijo protestando. Le miré de reojos pero se dio cuenta.- ¿Qué problema tienes? Ni se te ocurra hacer eso otra vez.
- A mi nadie me dice lo que tengo que hacer. -yo parecía que era la única que no temía plantarle cara al chico malo del instituto. Rió sarcástico y se escurrió en la silla.
- Eso ya se verá.

Miré al frente con la cabeza alta y copié los apuntes que Ronald iba dictando. Zayn no hacía ningún esfuerzo por mover la mano y copiar las cinco frases que dijo el profesor, es un ignorante, por no hablar de orgulloso y estúpido. Le odio. Y más cuando se aprovecha de los más pequeños.
Soy zurda. Y eso me perjudica teniéndole al lado. Mientras escribía me movió el bolígrafo con un sólo toque y me pintó una gran línea curva encima del apunte.

- ¿Qué mierda haces? -le dije.
- Uuh -contestó haciendo una mueca de terror con la cara irónicamente.- No me pegues, agresiva.
- Habló.
- ¿Qué? ¿Eh? ¿Qué pasa?
- ¿Qué que pasa? Que eres un orgulloso pijo.
- Más te vale retirar eso.
- ¿Oh qué? ¿Me vas a pegar? ¿Me vas a robar todo el dinero? ¿Qué?
- Bueno, podría aprovecharme de esa figura femenina que tienes. -me miró de arriba a abajo y me puse recta en la silla.- Podría sacarle un buen partido.
- Te lo crees. No me vas a poner una mano encima. -noté una caricia en la parte baja de la espalda, donde la camiseta había dejado al descubierto mi piel al ser corta. Me estremecí.- No vuelvas a hacer eso.
- Pero me deseas.
- ¿Muerto? Claro. -negó tres veces y puso sus brazos detrás del cuello dispuesto a dormir. En primera fila. Lo lleva claro.
- ¡Malik! -gritó el profesor.- Hoy el director está un poco aburrido, ¿qué te parece si va a hacerle compañía? De paso le explica cómo se divierte incordiando a su compañera y lo bien que se duerme sobre el pupitre, ¿ah?
- Hoy... no tengo ganas. Quizá en otro momento.
- Malik, se las busca. Quiero hablar con sus padres y haga el favor de salir de clase. -apuntó en un trozo de papel unas palabras y volvió a mirarle.- Ahora.

Seguí con la mirada al frente, furiosa, pero con mi visión periférica noté como Zayn me miró un segundo y se levantó de la silla. Cuando tocó el pomo de la puerta, Ronald se sentó en su butaca y abrió el libro. En ese despiste, Zayn se volvió, me echó una mirada penetrante con esos ojos vacíos de seguridad y llenos de oscuridad y sonrió arrogante.
Media hora después, el timbre volvió a sonar. Fui a mi casillero sola, pues supuestamente Rose no me iba a hacer ni caso en todo el día, y puede, semana. Ariana me había dejado una nota dentro <<He ido a hablar con Amorfusmen, sí, el de Biología, para que me haga el examen. Me ha dicho que a segunda hora, entonces, siento decirte que vas a tener que pasar otra hora sin mí. Espero que puedas perdonarme, ¿sabías que te quiero? Un beso, y que te sea leve. PD.: ¡Deseame suerte!>> Sonreí y crucé los dedos para que le fuera bien. Dejando los libros en último lugar del hueco y cogiendo los primeros para asegurarme que llevaba el cuaderno y libro de Matemáticas. El casillero, por segunda vez, se cerró repentinamente. Malik estaba al otro lado con un brazo dejado caer en el techo de las taquillas, muy cerca mío.

- ¿Se puede saber qué haces? -pregunté.
- Adivínalo. -sonríe.- ¿Te va un Mexicano esta noche y de paso me enseñas tu casa?
- No voy a salir contigo ni después de que me hayan atropeyado dos camiones cisterna y haya enfermado de gota o una bandada de pájaros me hayan picado el cuerpo. -contesté poniendo la convinación del candado para cerrarla.
- Pues... yo te haría el favor de curarte todas las heridas. Incluídas... -me rozó el pecho con el dedo índice y se ganó un buen guantazo.
- Aléjate de mi, pervertido.
- Te vas a enterar canija de mierda. -me contestó gritando, parecía que me iba a comer con tanto echándose encima.- Mira bien tus espaldas a la salida, o quién sabe, ten segura todas las puertas de tu casa, Wilson.

Se fue sin decir nada más. Me tomé eso como un ''vale, me alejo de ti'' y me fui a las clases. Rose, es bipolar, llegó y me pegó un buen susto al abrazarme por detrás. Entramos juntas en clase y abrimos el cuaderno. Hoy había examen. Y yo no estudié. Y yo voy a suspender. Y mañana no me dejarán ir al partido de hockey con Max, mi vecino de toda la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario